Historia de Catia

Historia de Catia, la cuna de Caracas

Francisco Fajardo
Aunque existe mucha polémica, bien podríamos decir que Caracas se gesto y nació en Catia

Ese espacio habitable, geográfico, social, económico y político, que da sentido de pertenencia al gentilicio que se hace llamar catiense, comienza a registrarse en la historia a partir del siglo XVI, cuando los españoles se dedican a la colonización de los valles de Aragua y Caracas, de la región montañosa y costera de Venezuela. Siendo un territorio dominado por las aguerridas etnias caribes, tuvo una conquista difícil y de larga data para los españoles, ya que los habitantes de estas tierras opusieron una tenaz, heroica y feroz resistencia.

Quizás por esa dificultad, esta conquista fue iniciada precisamente por un mestizo y bastardo, como Francisco Fajardo, quiera era hijo de un noble español y una india llamada Doña Isabel, nieta del cacique Charayma, del Valle de Maya, en territorio de los caracas. Con rasgos notablemente indios, y literalmente de sangre indígena noble, Fajardo supo utilizar muy bien sus raíces nativas, para negociar y entablar amistad con los nativos, quienes en muchos aspectos le ayudaron y facilitaron la tarea exploración y colonización.

Según se registra en las crónicas, en el mes de abril de 1555, Fajardo emprendió un viaje de exploración al continente, desde la isla de Margarita, de donde era natural. En su viaje estuvo acompañado por sus hermanos maternos, Alonso y Juan Carreño, y un séquito de veinte indígenas en dos piraguas. En tierra firme hizo amistad con los caciques: Nicoto, Sacana, Guaicamacuare, Catia, y Naiguatá, tío este último de su madre Doña Isabel.

En 1557 emprenderió otro viaje, esta vez acompañado por su madre, sus dos hermanos Carreños, Pedro Fernández, Martín de Jaén, Francisco de Cáceres, el portugués Cortez Richo, y cien indígenas guaiqueríes, vasallos de su padre. En el recorrido pasó por Puerto Píritu, donde reinaban sus amigos indígenas convertidos, Alonso Cayena y Juan Caballo. De allí se dirigió a un sitio denominado Panecillo, pero como no tenia autorización para conquistar ni poblar, por su condición de mestizo, se ve obligado a dejar en el sitio a su gente, y partió a la población del Tocuyo, a solicitarle al Gobernador Don Gutiérrez de la Peña, quien le otorgó la autoridad requerida.

Con autoridad y titulo para gobernar desde Maracapana hasta Borburata, regresó a principios de 1560, haciendo en Valencia las prevenciones para el mejor éxito de su empresa. Con la simpatía que le caracterizaba para ganar amistades, Fajardo logró el aprecio del cacique Terepaima, y con su apoyo siguió hacia el oeste de cabo Codera, donde se topó con la pequeña bahía de Catia de La Mar o fondeadero de Catia, donde llega la quebrada de Type.

Desde la bahía de Catia La Mar, por la quebrada de Type, Fajardo ascendió a la altiplanicie de Caracas, a las tierras del cacique Catia, y allí con la autorización de este monarca indígena, estableció un hato de ganado que bautizó “San Francisco”, en el sitio donde actualmente se ubica Nueva Caracas. Alrededor de este hato se forjará una convulsionada historia de escaramuzas bélicas entre colonos y nativos, que probablemente comenzó en 1560, con una batalla conocida como la de los toromainas, en la zona de Catia. La misma es reseñada por el cronista Oviedo y Baños en su obra de Historia, de la siguiente forma: “En 1560, Juan Rodríguez salió para el Collado, con sólo dos infantes, dejando a su gente, a cargo de D. Julián de Mendoza. No había pasado media hora cuando se dejó ver el cacique Paramaconi que con seiscientos flecheros bajaba por el abra de Catia, para el hato, dándose la Batalla de los Toromainas. Reconoció Paramaconi su perdición en el mortal estrago de sus tropas y tocando a recoger sus caracolas se retiró para el Rincón de Catia Monte Común o Rincón de Catia (Pro-Patria) su ejército vencido...”

Aunque Fajardo estableció su hato “San Francisco” con la venia del cacique Catia, dos años más tarde, preocupado por los excesos de los colonos a causa del descubrimiento y explotación de las minas de oro de los Teques, el cacique Catia rompe su amistad con Fajardo, y en un ataque sorpresa destruye el hato “San Francisco”. Posteriormente Catia, solicita a los caciques vecinos que formen una coalición de todas las naciones caribes de la región contra los españoles, y se ofrece para liderarla por ser el más exitoso y experimentado caudillo guerrero, pero los otros caciques prefirieron dar el mando al joven, impetuoso y carismático Guaicaipuro.

Con la destrucción del hato “San Francisco”, Fajardo solicitó refuerzos de tropas españolas experimentadas, y de este modo le enviaron a Don Diego de Lozada para acabar con la amenaza sobre la nueva colonia. En esa situación de guerra y con los colonos debilitados, Guaicaipuro no logró dar el golpe final y se entretuvo con pequeñas victorias sobre grupos dispersos. Catia advierte sobre la segura llegada de refuerzos españoles, solicita a Guaicaipuro que concentre todas las fuerzas, y aguarde su regreso con refuerzos contra el invasor. Mientras tanto, Fajardo también consiguió refuerzos indígenas, utilizando la enemistad de otras naciones indias contra los caribes, quienes eran despreciados por avasallar a las demás etnias y por el odioso lema “Anakarinarote”, que significa “solo los caribes son gente”.

El cacique Catia aunque diligente, se retrasó por tener que convencer a los aliados, y así los refuerzos de Fajardo llegaron primero. Ante tal situación, Guaicaipuro preocupado e impaciente emprendió el ataque con resultados desastrosos, y cuando finalmente llegaron Catia y sus refuerzos, ya era demasiado tarde. La batalla llamada Maracapana (Sitio de las Maracas), se realizó en una llanura cerca de la laguna de Catia, con galerías de palmeras y totumales, en las inmediaciones de lo que hoy es el Parque del Oeste y Plaza Sucre de la ciudad de Caracas.

Derrotado y desacreditado por el desastre militar, Guaicaipuro se retiró a la zona de los Teques donde posteriormente fue rodeado en su choza por las tropas de Lozada y sus aliados indígenas. Según cuentan algunos cronistas, ante esta situación Guaicaipuro, quien poseía una espada española (obtenida en una batalla anterior) decidió morir peleando. La desaparición del heroico cacique, tornó infructuosos los intentos de Catia (quien había promovido esta guerra) de rehacer la coalición indígena contra los españoles y por lo tanto se embarcó solo en una campaña de desgaste. Años más tarde, tranquilizado por el joven Baruta, hijo de Guaicaipuro, quien había iniciado una nueva etapa de buenas relaciones con los colonos españoles, se retiró a sus tierras, viejo y agotado, pero orgulloso de su resistencia. Allí en algún lugar entre Propatria y Catia La Mar, murió el bravo cacique Catia, disfrutando seguramente los aires de su tierra libre.

Sobre el hato “San Francisco” también hay que decir que algunos cronistas consideran su establecimiento como la verdadera fundación de la ciudad de Caracas, pues sólo fue dos años mas tarde, sobre las ruinas de esta propiedad de Francisco Fajardo, que Don Diego de Lozada instaló el caserío “Santiago de León” que se convirtió en la ciudad de Caracas. Basado en esto, aunque existe mucha polémica, bien podríamos decir que Caracas se gestó y nació en Catia. Por otro lado, condicionada por la hostilidad de la región de Catia, la ciudad crecería inicialmente hacia el este, hacia las tierra de Baruta, dejando el oeste como área para de transito al litoral.

En relación a la región de Catia, Alejandro Von Humboldt, en su obra “Viaje a la Zonas Equinocciales del Nuevo Continente”, nos relata: “El viento de Catia o viento del oeste, sube por la bahía de Catia, a lo largo del zanjón de de Type, rebota en las montañas de Aguas Negras (el Junquito), haciendo muy fresco este paraje de Catia. Este aire es mas puro que el viento de Petare”. Ya desde aquellos días, era notable la fuerte entrada de viento que es característica de la región, la misma que en estos días ocasiona que muchos catienses llamen al corredor del bulevar de Catia como el ventilador de Catia. Y más importante aun, ya eran evidentes otros vientos, que también son característicos de la Catia, los vientos de rebeldía e irreverencia de sus pobladores.

En definitiva, aunque la realidad se transforme en mito o leyenda, y los hombres terminen siendo más grandes o pequeños de lo que realmente fueron, Catia, Guaicaipuro, Paramaconi, Terepaima, Baruta, Fajardo, Lozada, todos ellos son nombres de grandes personajes que forjaron los inicios de una tierra llena de historias personales y colectivas, perdidas en el tiempo…
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Escrito por Saverio Vivas,
Basado en escritos de Becerra Nelson y otros investigadores independientes.



En origen de la voz "Catia"  y otros datos de la región
Se dice que el significado etimológico de la “Voz” Catia proviene del verbo “catear”, expresión empleada en las minas de oro que supuestamente existieron en la localidad. Aunque las minas minas conocidas mas cercanas, sean las de Los teques.

Otra version dice que el nombre "Catia" tiene su origen en el leyendario cacique Katia, el cual ejercía su mando en esta región. Sin embargo, es objetivo decir, que al igual que en otros casos similares, no se tiene ningún registro que pruebe la existencia de un cacique con ese nombre.

Existen versiones que exponen que en tiempos precolombino, la zona se llamaba Maracapana. Y que supuestamente esta esra una zona de indios Terepaimas, que asociaban su muchedumbre con las bandas de pájaros que llenaban con su algarabía, las frondosas galerías montañosas. (Tere=pájaro ; maima=canto; pájaros cantores).

Otra versión  explica que etimológicamente Maracapana es una voz caribe que se refiere a una especie de totumitas silvestres que se dan en la zona, llamadas maracas. Así, "Maracapana" es un sitio sembrado de maracas y totumos. También se señala que se refiere a la maraca a la serpiente cascabel, que era muy abundante en la zona. Y Maracapana podría referirse al lugar donde estas estas serpientes.

Sea como sea, el nombre "Maracapana" dado por los indígenas a este lugar, fue cayendo en paulatinamente en desuso y ningún catiense se reconocería hoy como “maracapanence”.



Zonas de Catia
La mayor parte de los terrenos de las zonas de Catia pertenecieron al General Flores colaborador e integrante del ejército del Libertador, cuyas tierras les fueron entregadas como recompensa.

Una vez que Juan Vicente Gómez ordena en 1912 reacondicionar la carretera hacia la Guaira construida en 1945 bajo la presidencia d Carlos Sublette y luego inaugurar una nueva en 1920, con entrada por plan de manzano la zona creció demográficamente.

Ante estas circunstancias, alguno de los llamados “Pioneros” de Catia, Ruperto Lugo, Jaime Oliver, Ventura Maury, entre otros insistieron en el progreso configurado en la propagación del macadán desde la entrada de la guaira hasta la esquina de Natividad, crear una plaza central y traer a luz eléctrica.

Legajos y periódicos de principios del siglo XX señalan que estos líderes comunales habían surgido a partir de los litigios contra la sucesión Flores Pacheco, dueña de los terrenos que hoy día se conocen como Los Flores, Alta Vista, Ruperto Lugo, Cútira, Los Frailes de Catia, El Manicomio, Lidice y Agua Salud.

La gran cantidad de Terrenos ociosos y la incontrolable migración de provincianos a la capital consolidaron el establecimiento de caseríos y barrios que más tarde que fueron difíciles erradicar. Aún hoy aquellas familias insisten, pero la realidad sobrepasa cualquier expectativa.
Tras la II Guerra Mundial Catia les brindo acogida a inmigrantes europeos. En su gran comunidad árabe, italiana, portuguesa, española, ecuatoriana, peruana y colombiana.

La arteria principal, la Avenida Sucre como primer tramo desde Paguita hasta los Flores conectada con el viaducto Nueva República.


Proceso Urbanísticos de Catia
Fundada caracas en el siglo XVI hasta finales del siglo XIX, la capital experimenta un proceso urbanístico lento. Teniendo una variación en su fisonomía debido al cambio en el uso de la tierra.

El dato más antiguo donde se ubica Catia como tierras dependientes de la ciudad de caracas se nos proporciona en el plano de los Ejidos hecho en base a los autos del 14 y 22 de junio de 1594 del Gobernador. El plano en cuestión, nos presenta como terrenos, ejidales, baldíos, entre otros.

El sector de Catia conservó durante el periodo colonial sus características de zona baldía, en intima correspondencia con el lento ritmo expansivo seguido por la ciudad de caracas en tal periodo. Constituyo uno de los sectores que menos transformaciones experimento en materia de doblamiento, pues durante casi todo el periodo.

A principios del siglo XX, Catia estuvo deshabilitada predomino un ambiente natura, la zona era una sabana seca, despejada y la menos provista de vegetación mayor. Servía de alimento de chivos, caballos y vacas de la tenería de la época.

Se desarrolla el proceso urbanístico a cargo exclusivamente de particulares quienes se encargaron de parcelar los terrenos para luego proceder a la venta, sin participación directa del estado. Como parte de la expansión que de manera general fue registrada en la ciudad que para aquel momento generó cambios profundos en el país, dado por una dinámica petrolera.

La despoblación del sector de Catia era indudable. En realidad la zona no ofrecía incentivos de asentamiento alguno. A partir de 1920 se inicia un lento proceso transformador de la economía nacional que favorece el desarrollo urbanístico del sector oeste de la ciudad.

En líneas generales, éste hilo está dedicado a uno de los sectores menos conocidos de la ciudad Capital; aquí se debatirán los aspectos más resaltantes de éste populoso sector del oeste caraqueño, aspectos centrados en discusiones urbanas, índice de marginalidad habitacional, historia de su arquitectura, costumbres y tradiciones más resaltantes y cualquier tipo de información (índice delictivo, sistemas de transportes, etc) que no se aparten de la identidad civil, urbana y social catiense.


Catia y sus referencias en el Censo de Población 1936
Catia perteneció a la Parroquia Altagracia (25/08/1.750) y también a Catedral (1.778). Señala el cronista Durán, que Catia llegó a formar parte de la Parroquia la Pastora. Algunos munícipes estuvieron pendientes de la importancia de la población y de este territorio, es así como en 1.853, el Presidente del Concejo Municipal de Caracas Domingo de Esquivel, planteó ante la Diputación Provisional, la necesidad de crear la Parroquia Catia. O sea, que Esquivel en nombre de los vecinos de esos caseríos desatendidos habían planteado hace 83 años antes este derecho que al final fue consagrado tan solo el 7-12-1936 por parte del Concejo Municipal de Caracas, al crearse la Parroquia Sucre.

Catia había crecido mucho, siendo mayor que la Parroquia El Recreo, creada el 06-08-1987. En 1845 se usaba mucho el “camino de Catia”, incrementado en 1883 con el Ferrocarril Caracas-La Guaira, lo que hizo que sitios considerados “el patio trasero” de Caracas se convirtieran en puntos de atracción e importancia.

En 1891 Catia albergaba 425 habitantes en su sentido más restringido, pero no eran menos de 1.757 moradores ya que Agua Salud y Blandín, eran caceríos que se asignaban a la Pastora. Para 1936, cuando es creada la Parroquia Sucre, registra una población de 10.093 habitantes y el 22 de Diciembre de ese año, cuando el Concejo Municipal del Distrito Federal hace por fin justicia y ya existían unas 13 Parroquias la mayoría desde el siglo anterior.

La Parroquia Sucre (Catia) parece haber tomado su nombre del Viejo Camino del Oeste (1845), luego Avda. Sucre en 1922. En 1924, el Gobernador del Distrito Federal se dirige al Concejo Municipal de Caracas, informándole las inversiones realizadas en la Avda. Sucre, “la cual enlaza entre sí los importantes caseríos de Las Tinajitas, Agua Salud, Agua Salada y Catia”.

En 1928, se da el ensanchamiento de la Avda. Sucre y se crearon sucesivamente las Urbanizaciones Nueva Caracas, Pro-Patria, Urdaneta, Francisco de Miranda y Ciudad Tablitas. Para 1936, cuando es creada la Parroquia Sucre, registra una población de 10.093 habitantes y el 22 de Diciembre de ese año, el Concejo Municipal del Distrito Federal hace justicia por fin al reconocerle esa nueva condición. Vale decir que ya existían unas 13 parroquias, la mayoría desde el siglo anterior.

Por su extensión geográfica, por el flujo migratorio del campo a la ciudad se facilitó un crecimiento violento de la población, así como de establecimientos comerciales y fábricas para aprovechar la red vial y la Autopista Caracas-La Guaira.

En 1981 –cita el Cronista de Caracas- Catia tenía 352.805 pobladores, lo que planteó la necesidad desde ese entonces de la creación de un nuevo Municipio para este sector de la ciudad.

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Comentarios del Cronista Guillermo Durán.


Algo más de Catia
Catia posee más de un millón de habitantes caracterizándose por su multiculturalidad y una fuerte actividad comercial e industrial por su ubicación estratégica como puerta de entrada a Caracas desde el Litoral.

Catia, menciona la historia, es la verdadera puerta de Caracas hacia el mundo. Los registros históricos hacen principalmente mención de las vías que conectaban a Caracas, a través de Catia, con el litoral para la salida o llegada al país. Esto, posiblemente, pudiera estar vinculado con la importancia material y simbólica que ha tenido para la población la conexión entre ambos sectores, dado que históricamente este enlace ha venido a significar la posibilidad de realizar operaciones comerciales, así como movilizaciones de la población nacional y extranjera. Sin embargo, Catia también está cargada de historia, cultura y tradiciones que impregnan a todos sus habitantes y la hacen una parroquia particular y populosa.

De acuerdo con lo que plantea Quintana, citada por Evans (2009), Catia, sector de nombre indígena, tiene un origen que se remonta a casi cinco siglos atrás, momento en el cual eran comunes las luchas entre los españoles y los indígenas venezolanos. Para 1547 el conquistador Francisco Fajardo se estableció entre El Panecillo y Maracapana, territorio dominado por los caciques Guaicamacuto y Catia. Ya para el año 1590, Andrés Machado abre lo que se conoce como el Camino de Catia, a partir de ese momento, se inició un tránsito que no ha dejado de fluir, y que ha hecho de Catia, desde entonces, “la natural puerta de entrada a Caracas” Quintana, citada por Evans (2009). Sin embargo, la vía original sufrió muchas transformaciones, hasta ser reemplazada, en el siglo XX, por la autopista Caracas- La Guaira.

En Catia siempre la Luz fue muy tenue, tal como lo describe Cabrujas, hasta los actuales momentos. Siempre se creía que era por el exceso de población que demandaba electricidad, pero esto viene sucediendo desde el comienzo de siglo, como ya lo vimos, cuando era una zona campestre. Catia tuvo una creciente repentina; la industrialización de la zona y la inmigración de europeos, entre los años 52 y 58. Otras informaciones que se detectan en la historia de Cabrujas, como ya se hizo mención, es que en Catia existían grandes salas de cine: el Pérez Bonalde, el España y el cine Catia. Las plazas eran sitios de reuniones por las tardes y noches. La Avenida Sucre se llamaba La calle principal de Catia. Muchas personas urbanistas y arquitectos de la época no se explicaban porque los ricos no se instalaron en Catia, por su clima frío, con neblina en las mañanas y en las tardes y sus zonas planas que desembocan en un abra montañas.

En la actualidad, lo que se llama comúnmente Catia comprende las Parroquias Sucre, 23 de Enero y parte de El Junquito, que juntas representan más del cincuenta por ciento (50%) de la población actual del Municipio Bolivariano Libertador, municipio capital de la República Bolivariana de Venezuela. Allí se encuentra el mayor asentamiento urbano no regulado de Caracas, con 713,92 hectáreas, equivalente a Petare y Antímano, juntos, y para el año 2003, la población era, según las estadísticas oficiales, de casi 800 mil habitantes.


¿Sabías qué...?
Catia es una de las zonas del país que tiene uno de los movimientos culturales más importantes. Ha sido muy prolífica en lo cultural y lo deportivo. Cuando nace como la Nueva Caracas a finales de 1940, esta parroquia comienza a convertirse en todo este universo donde residen personajes que han aportado muchísimo a la cultura venezolana y mundial.

La mayor parte de los terrenos de la zona pertenecieron al General Flores, uno de los que peleó junto a Bolívar. Cuando terminó la guerra, al general Flores lo recompensaron con esta hacienda. Así surgió la sucesión Flores Pacheco, que alguna vez fue dueña de lo que ahora se conoce como Los Flores, Agua Salud, Lidice, Manicomio, Los Frailes, Ruperto Lugo, AltaVista y Cútira.

Catia fue designada como Parroquia Sucre en 1936 y tras la II Guerra Mundial se convirtió en receptáculo de inmigrantes europeos que venían a Venezuela a trabajar en el negocio de la construcción y en las fábricas de la zona. Su población es multicultural, ya que existen en su fundación historias de comunidades como la árabe, italiana, portuguesa, española, colombiana, ecuatoriana, peruana... una mezcla que se traduce en multiculturalidad, para quien este fenómeno mestizo, ha contribuido a enriquecer el movimiento cultural.


Vivienda y movilidad en Catia
A nivel topográfico, Catia tiene una de las tierras más accidentadas del valle caraqueño, donde pueden observarse múltiples colinas o cerros. En éstas destacan miles de viviendas, pues, Catia es un sector altamente urbanizado, donde además pueden encontrarse casas de diversas condiciones socioeconómicas, desde las más humildes, llamadas ranchos, hasta superestructuras de varios pisos, o edificios, de las clases media y media baja. La distribución de unos y otros en los terrenos de Catia se traduce en unas prácticas cotidianas que suponen para los habitantes del lugar, bajar y subir a diario los cerros para desplazarse del hogar al trabajo u otros sitios, lo que en ocasiones implica la inversión de mucho tiempo y esfuerzo físico, sobre todo para las personas que se encuentran en los sectores más pobres.

A pesar de esta particularidad de los terrenos de Catia, en el sector se aprecia una importante presencia de la vialidad y las comunicaciones. En este sentido, el metro juega un papel fundamental para la vida de los catienses, pues, seis de las estaciones de este importante medio de transporte, que conecta el oeste con el centro y el este, están en Catia.


El transporte colectivo también es cuantioso y llega hasta los lugares más intrincados, aun cuando las vías no siempre están en el mejor estado, situación que genera diversos problemas, como el deterioro de los vehículos particulares y de aquellos que realizan transporte público.

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